Historias

El Viaje de una Familia hacia la Vida Misionera Laica

13 ago, 02:00 p. m.
Su historia, también presentada en el pódcast de las Obras Misionales Pontificias “Fronteras de la Fe”, ofrece una inspiradora mirada a la vida de una familia dedicada a llevar el Evangelio por todo el mundo.

Su historia, también presentada en el pódcast de las Obras Misionales Pontificias “Fronteras de la Fe”, ofrece una inspiradora mirada a la vida de una familia dedicada a llevar el Evangelio por todo el mundo.

Un Llamado a la Misión
El llamado a la vida misionera de los Glafcke fue inesperado. Katie se topó con un artículo sobre una familia misionera y sintió una profunda conexión.
“Leí el artículo y mi corazón cantó porque nunca antes había oído hablar de misioneros laicos. Ni siquiera sabía que eso era posible,” recuerda Katie. Ese descubrimiento encendió en ellos el deseo de explorar una vida de fe y servicio, a pesar de los desafíos de dejar atrás su vida familiar ya establecida.

Matt compartió sus dudas iniciales, moderadas con un toque de humor:
“Ella me muestra esto y me dice, ‘Podríamos hacer esto.’ Y yo le digo, ‘¿Adónde quieres ir? ¿Con cuántos hijos quieres irte?’”
La idea de dejarlo todo atrás era abrumadora, pero el llamado a la misión era innegable. El paso de Matt del escepticismo al compromiso resalta el poder transformador de tener un corazón abierto al llamado de Dios.

Fundada en 1997, Family Missions Company (FMC) es un apostolado de misioneros católicos laicos —tanto familias como personas solteras— que llevan el Evangelio por el mundo, sirviendo a los pobres dondequiera que estén y formando discípulos en todas las naciones.
El testimonio misionero de la familia cristiana, célula básica de la Iglesia universal, es tanto esencial como eficaz. En palabras de Frank Summers, cofundador del ministerio:
“Como misioneros, estamos llamados a vivir la Palabra de Dios como lo hizo Jesús, proclamarla con valentía a los demás, encarnarla en el tejido de la sociedad y la cultura, y extender el amor de Dios a todos, especialmente a los oprimidos y que sufren.”

Matt y Katie se conocieron en su último año de secundaria, y su primera conversación fue sobre viajes misioneros recientes a República Dominicana y Ecuador. Esa experiencia de servir a los pobres y compartir el amor de Cristo encendió sus corazones misioneros.
Durante los últimos 10 años, habían hecho de la Parroquia St. James en Menomonee Falls, Wisconsin, su hogar espiritual. Allí se bautizaron tres de sus hijos, y la pareja sirvió como facilitadores de preparación matrimonial y discipulado intencional en pequeños grupos. Pero seguían sintiendo el llamado a servir al Señor de una manera diferente.

Tras visitar FMC a principios de mayo de 2018 y ser aceptados para el grupo de ingreso de ese año, dicen que se sintieron llenos de profunda paz, gratitud y alegría por responder a un llamado que uniría a toda su familia al servicio del Señor, llevando la Buena Nueva de la salvación hasta los confines de la tierra.

Abrazando Nuevos Desafíos
La transición a la vida misionera no fue sencilla para los Glafcke. La familia enfrentó numerosos obstáculos, desde preocupaciones financieras hasta los desafíos logísticos de viajar y vivir en el extranjero.
“Fue muy difícil pedir apoyo financiero,” admite Matt, al reflexionar sobre el cambio profundo de la autosuficiencia a la dependencia de la generosidad de otros.
Este cambio retó su noción de independencia, enseñándoles a abrazar un enfoque comunitario hacia la vida y la fe.

Su enfoque del trabajo misionero se basa en las relaciones diarias que construyen.
“No vamos a las personas primordialmente para cumplir una tarea, sino para estar con ellas, caminar a su lado, escucharlas y compartir nuestra fe,” dice Katie.
Esta filosofía refleja un aspecto fundamental de su misión: se trata de presencia y humanidad compartida más que de ayuda material.

Lecciones de Vida y Crecimiento Espiritual
Las experiencias de la familia Glafcke resaltan tanto las bendiciones como la imprevisibilidad de la vida misionera. Sus hijos también han sido profundamente transformados, creciendo en fe y resiliencia.
“Nuestros hijos fueron en gran parte los que impulsaron esos encuentros,” reflexiona Matt, notando cómo sus hijos abrazaron la vida misionera con alegría y entusiasmo, liderando muchas veces la conexión con las comunidades.

La historia de los Glafcke es testimonio del poder de la fe en acción.
Su viaje subraya que la misión no solo cambia vidas ajenas, sino también transforma la propia.
“Si esto es lo que hacen los misioneros, yo quiero ser misionero,” declaró su hija de nueve años tras una visita especialmente significativa, captando el impacto de vivir la fe con autenticidad.

Un Llamado Permanente al Servicio
Hoy, los Glafcke continúan encarnando el espíritu de su llamado, con cada destino ofreciendo nuevas oportunidades de crecimiento y servicio. Matt resume su camino con una reflexión sobre la esencia del trabajo misionero:
“Se trata de entregarle tu vida a Jesús.”

Su vida es un poderoso recordatorio del llamado universal a la misión —un llamado que no está reservado a unos pocos, sino accesible a todos los que abren su corazón a la voluntad de Dios.
Su experiencia demuestra que el campo misionero no siempre está en tierras lejanas, sino que a menudo se encuentra justo bajo nuestros pies, allí donde el Señor nos llama a servir.

Mientras los Glafcke continúan su camino, su historia nos anima a todos a vivir nuestro llamado bautismal a la misión, ya sea en tierras extranjeras o en nuestras propias comunidades.
Nos recuerdan que ser misionero no se trata de un lugar geográfico, sino de un corazón dispuesto a proclamar el gozo y el amor del Evangelio dondequiera que nos lleve el Señor.

(Las fotos de la familia Glafcke en Asia rural y Haití fueron cortesía de Family Missions Company).

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