En esta serie continua sobre el arzobispo Fulton J. Sheen, seguimos explorando sus años formativos, centrándonos en su educación avanzada, ordenación y primeros años de ministerio. Estas experiencias sentaron las bases de sus influyentes roles en la Propagación de la Fe y en la evangelización a través de diversos medios de comunicación.
Tras graduarse en el St. Viator’s College, en Bourbonnais, Illinois, en la primavera de 1917, Fulton, de veintidós años, se trasladó al Seminario de St. Paul, en St. Paul, Minnesota, para prepararse para el sacerdocio en la Diócesis de Peoria. Lo acompañaban otros ocho jóvenes de su diócesis con el mismo propósito. Fundado en 1894, el Seminario de St. Paul fue establecido por John Ireland, el primer arzobispo de St. Paul y una de las figuras más relevantes de la Iglesia en Estados Unidos de su época.
Durante su tiempo en el seminario, Sheen destacó por su desempeño académico, lo que le permitió acceder a seminarios avanzados. El único ámbito en el que no se destacó fue la música litúrgica, pues tenía dificultad para entonar melodías. Sin embargo, más adelante en su vida encontró su voz y llegó a cantar como un barítono aceptable.
Lamentablemente, durante su estancia en St. Paul desarrolló problemas estomacales que llevaron a la extirpación de parte de su intestino. Debido a ello, su dieta fue restringida por el resto de su vida, aunque lo que solía consumir eran dulces, como helado y galletas.
Fue en el seminario donde Sheen comenzó la práctica diaria de pasar una Hora Santa ante el Santísimo Sacramento, disciplina que mantuvo fielmente hasta el final de su vida.
Después de completar dos años de estudios en St. Paul, en el otoño de 1919 Sheen se trasladó a la Universidad Católica de América (CUA), en Washington D. C., para iniciar un doctorado en filosofía. Sin embargo, antes de comenzar sus estudios, fue ordenado sacerdote el 20 de septiembre de ese mismo año por su obispo, Edmund M. Dunne, en la catedral de Santa María en Peoria.
Durante su estancia en Washington, además de sus estudios, Sheen ejerció como capellán de un orfanato local, celebrando misa diaria para las religiosas y las niñas residentes. Los domingos colaboraba como sacerdote suplente en distintas parroquias.
Al cabo de un año, recibió el grado de bachiller en Derecho Canónico y Teología en la CUA, sumándose a los títulos de licenciatura y maestría que ya había obtenido en St. Viator’s College. Fue también durante esta época cuando Sheen realizó su primera conversión al catolicismo, un hecho que marcaría el inicio de un ministerio que continuaría durante toda su vida, llevándolo a recibir personalmente a cientos de personas en la Iglesia y a animar a una multitud incalculable a buscar la conversión guiados por otros sacerdotes.
Deseoso de profundizar en sus estudios filosóficos, Sheen se trasladó a la Universidad Católica de Lovaina, en Bélgica. A pesar de los desafíos financieros, contó con el apoyo de su familia para lograrlo. En Lovaina se adentró en el neotomismo, obteniendo su doctorado en 1923 y recibiendo el prestigioso Premio Cardenal Mercier de Filosofía Internacional. También alcanzó el título de agrégé, un posdoctorado, con la máxima distinción académica.
Además de entregarse de lleno al estudio, durante los recesos universitarios aprovechaba para viajar, a menudo acompañado de su hermano, visitando países como Francia, Alemania, Inglaterra, Grecia e Italia. En Roma, en febrero de 1922, logró concertar una audiencia privada con el papa Benedicto XV, la primera de muchas reuniones e interacciones con pontífices a lo largo de su vida.
A su regreso a Estados Unidos, su primera asignación fue en la parroquia de San Patricio, en Peoria, a la que tenía un especial afecto. Como en todo lo que emprendía, Sheen se entregó con entusiasmo a su labor pastoral y, en poco tiempo, había visitado personalmente cada hogar de la parroquia. Continuó también con su ministerio particular hacia personas sin fe y católicos alejados, acompañando numerosas conversiones sinceras y transformadoras.
Aunque solo pasó ocho meses en San Patricio, esta parroquia y su gente ocuparían siempre un lugar especial en su corazón. De hecho, cuando fue nombrado obispo en 1951 y regresó por primera vez, celebró su primera misa pontifical allí y no en la catedral de Santa María.
Con el permiso y el entusiasmo del obispo Dunne, en el otoño de 1926 Sheen se trasladó nuevamente a Washington, D. C., esta vez no como estudiante, sino como profesor de filosofía y teología. Permanecería enseñando en la Universidad Católica de América durante veintitrés años.
En la próxima entrega de esta serie sobre la vida y el ministerio del arzobispo Fulton Sheen, exploraremos más de cerca sus años en Washington y cómo, gracias a sus escritos, a las muchas personas que conoció y al uso del novedoso medio de la radio para evangelizar, pronto comenzó a captar la atención y el respeto de toda una nación.
© All Rights Reserved The Pontifical Mission Societies. Donor Privacy Policy Terms & Conditions.