Hoy se cumplen dos años desde que, como parte de un esfuerzo sistemático por silenciar las voces disidentes en Nicaragua, el gobierno puso bajo arresto domiciliario a monseñor Rolando Álvarez, acusándolo de "crímenes contra la espiritualidad". Desde entonces, el obispo fue condenado a 26 años de prisión, donde permaneció durante 11 meses en condiciones insalubres, sin acceso a la luz natural y aislado del mundo exterior.
En enero de este año, junto con monseñor Isidoro Mora, obispo de la diócesis de Siuna, y 18 sacerdotes y diáconos, fue obligado al exilio.
En los últimos días, la persecución ha vuelto a intensificarse. Según informa Vatican News, el 5 de agosto fue encarcelado el padre Jarvin Tórrez, rector del Seminario Mayor de Filosofía San Luis Gonzaga y párroco de la iglesia Santa María de Guadalupe. De acuerdo con feligreses citados por el diario nacional independiente La Prensa, también fue detenida Lesbia Rayo Balmaceda, laica colaboradora de otra parroquia.
El pasado fin de semana, cuando la Iglesia se preparaba para celebrar la fiesta de san Juan María Vianney, patrono de los párrocos, el gobierno de Nicaragua volvió a sembrar el miedo entre nuestros hermanos en la fe, deteniendo a 11 miembros del clero, incluidos sacerdotes, diáconos y frailes. No se ha informado oficialmente dónde están detenidos ni bajo qué cargos. La policía llevó a cabo redadas en varias parroquias sin emitir comunicados oficiales.
La mayoría de los arrestados pertenecen a la diócesis de Matagalpa, lo que ha provocado una mayor desmoralización entre los fieles. Entre ellos se encuentran monseñor Ulises René Vega, monseñor Edgar Sacasa, el padre Jairo Pravia, el padre Víctor Godoy, el padre Marlon Velásquez, el diácono Ervin Aguirre, el fraile Silvio José Romero, el fraile Ramón Morras y los padres Antonio López, Raúl Francisco Villegas y Salvador de las Calabazas, detenidos entre el viernes y el sábado.
La más reciente serie de arrestos comenzó el 27 de julio con la detención del padre Frutos Constantino Valle Salmerón, de casi 80 años, administrador ad omnia de la diócesis de Estelí. El 1 de agosto, fueron detenidos otros dos sacerdotes durante la celebración religiosa de Santo Domingo de Guzmán.
Hasta ahora, el gobierno de Nicaragua no ha emitido declaraciones oficiales ni ha ofrecido explicación alguna sobre estas detenciones. El presidente Daniel Ortega y su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, han mostrado reiteradamente una actitud hostil hacia el clero nicaragüense. La vicepresidenta incluso ha calificado a sacerdotes y obispos como "hijos del demonio" y "agentes del mal".
En estos tiempos difíciles, es fundamental unirnos en oración por la Iglesia en Nicaragua. Oremos por la seguridad, la fortaleza y la fidelidad de los sacerdotes, diáconos y todos los miembros del clero que, con valentía, están sosteniendo su fe en medio de la persecución.
Nuestras oraciones pueden brindarles consuelo y apoyo, recordándoles que no están solos en su lucha.
Recemos por la Iglesia en Nicaragua con una novena a la Inmaculada Concepción.
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